Religión y Poder Político
En el transcurso del tiempo muchos son los problemas que el ser humano ha tenido que
resolver para organizarse o conseguir logros y por ello todo pueblo debe tener ciertas
normas de comportamiento que posibiliten un orden en la conducta de sus integrantes.
Con la existencia de una gran diversidad de culturas, cada una cuenta con normas de
conducta propias, diferentes formas de vida y distintas maneras de resolver sus problemas.
Dependiendo de sus normas y sus ideales, han creado dioses sobrenaturales, dominando el
medio físico aprendieron a usar el suelo para producir alimentos, cuidar su familia, a curar
a sus enfermos y desarrollar el arte; estas prácticas tradicionales han sido usadas en forma
restringida, siendo prácticas mantenidas por individuos, núcleos familiares y transmitidos
de generación en generación, dando lugar a la organización política, la estratificación
social, organización económica y prácticas religiosas.
En este contexto, la sociología cultural ha prestado principal atención a una parte de la
ideología de los pueblos primitivos que se denomina religión como un elemento cultural a
través del cual se ejerce poder.
El punto de partida sociológico está en el hecho de que la religión es un fenómeno observable que ella aparece y se cumple de un modo necesario en todas las sociedades de la tierra, mientras que el poder muchas veces se cubre tras su manto sagrado. La práctica social de la religión motivará a los seres humanos a expresarse conforme a las experiencias cotidianas, y es así como se irán configurando las diferentes concepciones del mundo. Para comprender lo que entendemos por religión es necesario analizar las siguientes puntualizaciones.
El punto de partida de la religión es la creencia de que existen seres sobre naturales; existen categorías universales de comportamiento, y estos tipos de comportamiento están organizados en rituales, en sistema de creencias e instituciones de culto. Al mismo tiempo se entiende por ritos, al conjunto de formas ceremoniales para la realización del culto en una religión determinada. Seladoc (1976, p.43) sostiene que los ritos tienen evidentemente carácter colectivo; se dividen en diferentes clases, por ejemplo que en el caso pertinente a este estudio sería la iglesia; es decir, su misión consistente en hacer ingresar al hombre aislado dentro de lo colectivo. Según esto tenemos los ritos preliminares o de iniciación tienen el propósito simbólico de la purificación del individuo. Su forma más común, que viene desde el origen primitivo de la religión es la purificación por el agua, porque primitivamente tenía ella el sentido de una fuerza sobrenatural y bienhechora; lo que hoy se conoce como el bautizo. También existe una serie de ritos llamados la unión, que lleva el propósito de acercamiento del fiel a la divinidad.
Su forma suprema es el sacrificio. Este fenómeno tan particular casi exclusivo de las primitivas religiosidades, está unido estrechamente al origen de todas las religiones, y que, sociológicamente, tienen funciones determinadas, como nos lo explica a un autor. La primera de todas eminentemente religiosas, es la de reforzar la fe del creyente; en segundo término, tiene funciones de carácter colectivo: primero, por el fin que persigue, en general un bien propio del grupo, de beneficio para todos, como la existencia de una buena cosecha, el propósito de que los campos reciban la acción fundamental de la lluvia, o intenciones puramente sociales, como la victoria contra el enemigo, etc. (Rueda, 1982, p. 29-33) Al mismo tiempo, el sacrificio tiene también la función social de ser un principio de mantenimiento de la tradición, y de cohesión y acercamiento entre miembros del grupo. La religión es como una institución social formada por un conjunto de creencias y ritos religiosos de la iglesia.

Esta definición vincula a esta institución entre sí, por una fe común, cuyo propósito o finalidad perseguida es la creencia en Dios en el poder sobrenatural o de un ser extraterreno; lo cual influirá en las percepciones de las personas y por consiguiente en sus significados. Se puede hablar de un fundamento religioso de todo poder político y esta religiosidad de la que se nutre el poder es lo que permite explicar la servidumbre voluntaria de los individuos en las que se les hace creer a éstos que la dominación en lugar de tal es un servicio prestado a la entidad gobernante y la cual procuraría la protección al cuerpo social.
El ejército político reclama siempre una mitología fundadora y legitimadora que remite a lo religioso. Carretero (1990, p.205) indica que todos los políticos destacados son grandes conquistadores de almas por el carácter de la religiosidad de lo político, la eficacia de ésta radica en generar un sentimiento de comunidad compartido a través de la incitación a lo imaginario; “No hay Política sin Religión”. Enlazando a gente portando un conjunto de presupuestos comunes, desde esa perspectiva se explicaría la disolución de la individualidad en un nosotros, alimentado tanto con los regímenes fascistas, como por los emergentes movimientos populistas actuales.
El punto de partida sociológico está en el hecho de que la religión es un fenómeno observable que ella aparece y se cumple de un modo necesario en todas las sociedades de la tierra, mientras que el poder muchas veces se cubre tras su manto sagrado. La práctica social de la religión motivará a los seres humanos a expresarse conforme a las experiencias cotidianas, y es así como se irán configurando las diferentes concepciones del mundo. Para comprender lo que entendemos por religión es necesario analizar las siguientes puntualizaciones.
El punto de partida de la religión es la creencia de que existen seres sobre naturales; existen categorías universales de comportamiento, y estos tipos de comportamiento están organizados en rituales, en sistema de creencias e instituciones de culto. Al mismo tiempo se entiende por ritos, al conjunto de formas ceremoniales para la realización del culto en una religión determinada. Seladoc (1976, p.43) sostiene que los ritos tienen evidentemente carácter colectivo; se dividen en diferentes clases, por ejemplo que en el caso pertinente a este estudio sería la iglesia; es decir, su misión consistente en hacer ingresar al hombre aislado dentro de lo colectivo. Según esto tenemos los ritos preliminares o de iniciación tienen el propósito simbólico de la purificación del individuo. Su forma más común, que viene desde el origen primitivo de la religión es la purificación por el agua, porque primitivamente tenía ella el sentido de una fuerza sobrenatural y bienhechora; lo que hoy se conoce como el bautizo. También existe una serie de ritos llamados la unión, que lleva el propósito de acercamiento del fiel a la divinidad.
Su forma suprema es el sacrificio. Este fenómeno tan particular casi exclusivo de las primitivas religiosidades, está unido estrechamente al origen de todas las religiones, y que, sociológicamente, tienen funciones determinadas, como nos lo explica a un autor. La primera de todas eminentemente religiosas, es la de reforzar la fe del creyente; en segundo término, tiene funciones de carácter colectivo: primero, por el fin que persigue, en general un bien propio del grupo, de beneficio para todos, como la existencia de una buena cosecha, el propósito de que los campos reciban la acción fundamental de la lluvia, o intenciones puramente sociales, como la victoria contra el enemigo, etc. (Rueda, 1982, p. 29-33) Al mismo tiempo, el sacrificio tiene también la función social de ser un principio de mantenimiento de la tradición, y de cohesión y acercamiento entre miembros del grupo. La religión es como una institución social formada por un conjunto de creencias y ritos religiosos de la iglesia.

Esta definición vincula a esta institución entre sí, por una fe común, cuyo propósito o finalidad perseguida es la creencia en Dios en el poder sobrenatural o de un ser extraterreno; lo cual influirá en las percepciones de las personas y por consiguiente en sus significados. Se puede hablar de un fundamento religioso de todo poder político y esta religiosidad de la que se nutre el poder es lo que permite explicar la servidumbre voluntaria de los individuos en las que se les hace creer a éstos que la dominación en lugar de tal es un servicio prestado a la entidad gobernante y la cual procuraría la protección al cuerpo social.
El ejército político reclama siempre una mitología fundadora y legitimadora que remite a lo religioso. Carretero (1990, p.205) indica que todos los políticos destacados son grandes conquistadores de almas por el carácter de la religiosidad de lo político, la eficacia de ésta radica en generar un sentimiento de comunidad compartido a través de la incitación a lo imaginario; “No hay Política sin Religión”. Enlazando a gente portando un conjunto de presupuestos comunes, desde esa perspectiva se explicaría la disolución de la individualidad en un nosotros, alimentado tanto con los regímenes fascistas, como por los emergentes movimientos populistas actuales.

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